Más allá de los modales: enseñar a los niños el valor del consentimiento
En nuestra sociedad, cuando escuchamos el concepto de consentimiento solemos asociarlo exclusivamente con temas de sexualidad y límites físicos. Sin embargo, en el proceso de crianza es fundamental hacer entender que el consentimiento es un principio universal que implica respeto por la voluntad de las personas, incluyendo a los niños. En arroz y habichuelas: el consentimiento se trata de decir que sí o que no ante una situación; en este caso, se trata de reconocer el derecho de los niños a decidir sobre sus cuerpos desde una edad temprana. Esto incluye poder decidir su uno quiere dar un abrazo, un beso y cómo prefieren saludar.
Existe una línea fina entre los buenos modales y el respeto hacia los límites propios. Los buenos modales implican el decir las famosas palabras mágicas “por favor”, “con permiso” y “gracias”, además de saludar y despedirse. El derecho a elegir cómo se hace cada una de estas cosas se puede ilustrar en un escenario cotidiano donde usted llegue con su hijo y le exija que salude a los presentes; puede que algún familiar le pida que le dé o le tire un beso, o que vaya y lo abrace. Estas muestras específicas de afecto, que caen fuera de lo que se le educó al niño como buenos modales, ya quedan a discreción del menor si quiere hacerlo o no. Muchos niños dan el beso, pero también es común ver a niños que ignoran estas peticiones o que se esconden detrás de sus padres porque no se sienten seguros o en confianza de dar estas muestras de cariño. De esto se trata el consentimiento.
¿Por qué es tan importante el consentimiento en estas situaciones? Es parte del proceso de aprendizaje y de socialización sana de los niños; así como aprenden diferentes materias en la escuela y modales en la casa, el respeto y la autonomía sobre sus cuerpos es igualmente importante. Cuando le enseñas a tus hijos que tienen el control, les ayudas a desarrollar respeto por sí mismos y a comprender el valor del contacto físico y las muestras de cariño. Esto a su vez les enseña empatía, ya que ese mismo control y límites que ponen sobre su cuerpo y espacio lo respetarán y lo reconocerán en los demás. Por otro lado, este conocimiento puede prevenir situaciones de abuso, ya que los niños entenderán lo que son estos límites, los derechos que tienen sobre sus propios cuerpos y de que tienen derecho a decir que NO. Si algo no es normal o va en contra de su voluntad, es más probable que sepan identificarlo y que sientan la confianza de comunicarlo a un adulto responsable.
- Escucha: presta atención a las señales y sentimientos del niño. Si dice “no”, o lo ves que físicamente no se quiere pegar a una persona, respeta su decisión.
- Busca opciones: No obligues a dar un abrazo o beso si el niño no quiere. Puedes enseñar que hay otras formas de mostrar afecto, como un saludo con la mano, con una sonrisa, o verbalmente.
- Sé su modelo a seguir: Sé tú quien respete sus límites y también los de los demás. Los niños aprenden a través del ejemplo.
- Comunicación abierta: Explícale en palabras apropiadas para su edad qué es el consentimiento y por qué es importante.
Respetar su consentimiento no solo se trata de evitar imposiciones, sino de construir una relación basada en el respeto mutuo, donde el niño se sienta seguro de expresar sus deseos, sentimientos y límites. Como padres, podemos enseñarles que su cuerpo y sus decisiones importan, y que siempre tendrán derecho a decir que sí o no sin miedo o culpa.